Este verano me fui a visitarlo pero sin mi hijo. Estuvo mucho tiempo hablando de aquella visita y aquel verano y de más cosas, lo grabé cuando hablaba maravillas de mi madre, su cuñada, y recordaba viejos tiempos. Llegamos casi al mediodía y él con sus 80 años estaba para sus sembradíos, cuando hacía menos de un año le había dado una trombosis que asustó a todos menos a él. "Ahora trabaja más que de joven, antes se me perdía hasta tarde en la noche para enredarse con alguna guajirita o jugar dominó y yo sufría mi poquito. Pero ahora me preocupa de que le vaya a dar algo por ahí" . Así nos decía tía Eneida ese día. Él estuvo contento, caímos una pandilla grande, mataron un carnero que nos estábamos comiendo a las dos hora de llegar.
Es ley de vida, la muerte está allí a la espera de todos. Pero voy a echarte de menos cuando vuelva y no estés. Por suerte te guardo en mis recuerdos desde mi más remota infancia, por allí seguirás. Hemos ido a buscar entre las fotos las de aquella visita, sí que te veías fuerte entonces, pero bueno, son 10 años. Hay una muy bonita: es una madrugada con niebla que levantaste a mi cachorro para que se fuera a ordeñar vacas contigo. A él le ha encantado que te recordemos. Me dice con mucha lógica que has vivido muchos años y que eras un hombre feliz y alegre, "además no murió enfermo en una cama, se murió como todo un caballero" y sonríe con complicidad. Adiós Tío Dario, hasta siempre "caballero".
Lo que está a continuación lo escribió también por él y para él, mi hermano Jorge.
"Este es tío Dario. Nunca fue Darío sino Dario, con el acento en la "a" (no sé por qué). Ellos siempre vivieron allí, en esa casa que quedaba como a 200 metros de casa de abuelo Eduardo y abuela Zoila. Sus hijos son Darito, Norge, Eduardito y Mairín.
En esa casa de ellos yo prácticamente vivía, pues aquellas vacaciones casi completas nos las pasábamos allá. Como Darito y Norge eran contemporáneos conmigo siempre fuimos como hermanos.
Tío siempre fue un hombre de mucho trabajo. Nos levantaba tempranito que era lo que más me molestaba de aquellas vacaciones, y a todos nos daba tareas en el campo: cargar agua, arrear ganado, ordeñar vacas, cortar hierba, limpiar arroz. Estoy hablando de muchachos de 6 a 15 años. A los hijos los llevaba bien recio, pero con los demás no era mucho más suave.
Pero los ratos alegres eran los que más recuerdo, por supuesto. En aquella casa comíamos de todo, jugábamos, montábamos a caballo, íbamos al río (la famosa "cañada"), recogíamos frutas, buscábamos los huevos de las gallinas en todos aquellos montes. Y un puerco "mata'o" en casa de tío era algo muy común cada vez que íbamos. ¡Aquellos chicharrones y masitas de puerco!
Con mis primos tengo cientos de anécdotas: una vez nos picaron tantas abejas a los tres que quedamos ciegos de la inflamación. De Darito guardo una cicatriz en el párpado de mi ojo derecho, de un palo que me lanzó en una de nuestras peleas en el campo de naranjas y vergamotas, no perdí el ojo de puro milagro.
Tía Eneida siempre fue de las tías preferidas. Dulce, cariñosa y bondadosa. Tejía unas jabas de guano para vender, esa era su especialidad. Y Mami y ella se adoraban.
Este es mi homenaje para mi tio Dario. Seguirán muriéndose por ley de la vida y lamento mucho no estar con mis primos en un día así".
1 comentario:
Muy sentido, todos hemos tenido a nuestro tio Dario.
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