De ideales y sueños.

Para mi hermano Dalcio, que primero fue biólogo y luego enseñó mucha filosofía marxista.


"Hay que creer en algo que sea bonito aunque no sea"
Onelio Jorge Cardoso, nuestro "cuentero mayor".

A mí esa frase me encantaba, pero de un tiempo a esta parte la he cuestionado. Pensando en los cuentos que les hacía Juan Candela a sus compañeros en la barraca para amenizar las noches, aún vale, pero   yo me la planteaba como la necesidad de sueños, de metas y utopías y viéndolo así ya no me sirve. Lo digo hablando sobre todo en el plano social, y a esto me han llevado reflexiones que hago de la historia reciente. Hoy creo que hay que luchar y trabajar por lo posible y no es que quiera contraponer las utopías  con  lo puramente realista, pero hay que diferenciar los deseos con los fines alcanzables, como dice un filosofo  español* "que un ideal pueda o no alcanzarse es algo bien distinto a que sea factible aquí y ahora".
Yo he sido una enamorada de la filosofía marxista, la estudié con profundidad (como obligaban los estudios en Cuba) y sigo defendiéndola, no me ocurre lo mismo con el Leninismo y otros ismos que hicieron que  aquella primera ideología, bastante científica por cierto, perdiera esa esencia para transformarse en politiquería. No hay cubano de mi generación que no le sepa un "chorro" al marxismo (los parientes y amigos que me leen, por ejemplo) por eso quiero saber si piensan como yo.
La sociedad comunista que vislumbraron Marx y Engels  vendría del desarrollo lógico  de la humanidad. Según sus análisis,  los seres humanos cambiaban su modo de producción y por lo tanto el resto de sus relaciones sociales cuando el desarrollo de las fuerzas productivas exigían el cambio, porque ya resultaban un freno, y que cada etapa daría todo de sí antes de que se produjeran esos cambios. Así se había caminado del comunismo primitivo al despotismo, al esclavismo, al feudalismo y al capitalismo.  Recuerdo que me explicaban mis profesores que el capitalismo entraría en sus propias contradicciones cuando los grandes monopolios socializaran tanto las relaciones de producción que estas entraran en conflicto con la forma privada de propiedad y el cambio al socialismo como fase previa y luego al comunismo, serían inevitables. Luego llegó la revisión de Lenin: el capitalismo se rompería por el eslabón más débil y así quisieron saltar del feudalismo al comunismo sin estar creadas las bases materiales, causales y lógicas para ese salto. Ese fue el comienzo del fin de la utopía según mi juicio, y no la necesaria perestroika y el derrumbe del muro de Berlín. Más bien pienso que éstos trajeron los nuevos y necesarios aires a una utopía embalsamada junto a su deformador.
Socialismos y comunismos comenzaron a "materializarse" en la antigua Unión Soviética sin  sus  verdaderos fundamentos, sólo de nombre, y continuaron y se exportaron cada vez más distorcionados y acomodados a políticas y políticos.  Así llegó a nuestra tierra. Muchos millones de cubanos nos entregamos en su tiempo a ese sueño bonito y confiábamos en su construcción, en los líderes.  Ser consecuentes  con la teoría obliga a los marxista y comunistas honestos  a reconocer  que si es verdad que somos nosotros mismos los que hacemos la historia esto sólo ocurre con arreglo a premisas y condiciones muy concretas y entre todas ellas son las económicas las que deciden en última instancia...también nos decían que el hombre piensa como vive, que "el ser social" determinaba la "conciencia social", ¿cómo se le puede pedir a alguien que piense en los demás si no tiene garantizado lo mínimamente necesario? Tanto altruísmo no se le pide a las personas normales, no pueden los cubanos seguir alimentándose sólo de política. También recuerdo eso "que el hombre primero ha de tener un techo y comida y luego tendrá ideas y principios" . Sé que existen aún  los que creen en la vieja utopía y  que generalmente son "envueltos y confundidos"  por los que viven de ese cuento, pero estos últimos pueden hacer la política que sea, porque tienen la vida material garantizada.  Eso pasa  hoy en Cuba, lo más díficil para los seres humanos es abandonar proyectos y muchos se resisten, creen que cualquier cambio significaría una vuelta atrás, olvidan de nuevo la dialéctica, la subida en espiral, con giros necesarios para ascender. "Lo contrario del bien no es el mal, sino las buenas intenciones", a muchos confunden nuestros "cómodos" años 80. Yo amo  esa época y la agradezco, pero hoy no existe, se fue, era un espejismo, porque no tenía raices, no se crearon bases para esas estructuras. No es momento de negaciones absolutas, no tenemos que avergozarnos de nada, no se traiciona nada, creo que hoy el llamado  debe ser el buscar vivir con alternativas, con disconformidades parciales, nadie quiere una vuelta al pasado y tampoco hay que renunciar a la utopía de una sociedad comunista (póngasele el nombre que se quiera, pienso en un mundo de igualdades, fraternidad y justicia social). Sólo creo que se debe dar sentido a los fracasos, aprender de ellos,"la práctica es el criterio de la verdad", así enseña la dialéctica materialista.  No estaban dadas las bases, no ha sido posible la gran utopía, hay que tener en cuenta las exigencias de las acciones concretas que pacten sólo con lo posible, que no se pierdan las conquistas pero que se respete la compleja realidad, sin moralismos ingenuos ni manipulaciones políticas.
"No se trata de sustituir un presente por otro que se considere mejor, sino de impedir que el presente se cierre"*, hay que buscar alternativas para reorientar ese futuro, hay que cambiar la total por otras pequeñas utopías, más cercanas, más  asequibles, más nuestras. Del lobo un pelo, nos dice la sabiduría popular. Si hoy es imposible una sociedad  totalmente justa y transparente, hay que optar  por antagonismos democráticos y las libertades de expresión.
La idea para este post me vino de un comentario que quise hacer en el blog de un antiguo compañero de la universidad, http://labalsadelamusa.over-blog.com/article--que-veinte-anos-no-es-nada-sobre-la-caida-del-muro-de-berlin--39093764.html. El era muy bueno, integralmente bueno y  le hacía mucha ilusión pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunista. Lo que pasó fue que en esos años no hubo crecimiento,  casualidades. Teníamos una compañera que en el último mes de la carrera manifestó que no dedicaba su tesis a la Revolución y que no quería agradecer nada (su padre era entonces un preso político). El grupo en pleno decidió que no debía graduarse, lo hizo un año después. Este verano la vi y le pedí perdón por mi actuación de entonces, casualmente ella enseña filosofía marxista. La causa de que ellos dos hoy tengan a diario discursos diferentes a los de aquella época creo sea que el primero se fue un día a Francia y la otra ha tenido que criar a su hijo sola en Camajuaní. Lo casual y lo causal. Pero ahí siguen soñando mejores mundos para sus hijos y haciendo lo que se puede.
* Innerarity, Daniel (Bilbao, 1959) La sociedad invisible, premio Espasa en Ensayo, 2004.


Una canción de un grupo de pop cubano

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