Murió como un caballero




 Tio Dario iba para Aguilar en su caballo y le dio un ataque cardíaco y  se murió. Para que mi hijo recuerde de quién se trata, lo hago volver al viaje que hicimos en el año 2000 a Cuba. Él era un niño de diez años  y estuvimos en La Habana, en Varadero y en otros lugares, pero lo que más disfrutó fueron dos o tres días en la finca de mi tío. Simpatizaron mucho y  durante todos estos años han estado contándose allá las anécdotas de entonces y hay una muy simpática: resulta que mi hijo al tener poca práctica del idioma, a veces hace interpretaciones muy propias, así un caballero es un hombre cortés, gentil, incapaz de malos tratos, pero  supone que es también el jinete que monta el caballo. Ese día que lo llevaba mi tío precisamente a  comprar el pan a la tienda de Aguilar y al ver que clavaba las espuelas para que apretara el paso le dijo con mucha seriedad: "tu montarás a caballo pero no eres caballero porque lo maltratas". Con esta y otras como estas se ganó a mi tío.
Este verano me fui a visitarlo pero sin mi hijo. Estuvo mucho tiempo hablando de aquella visita y aquel verano y de más cosas, lo grabé cuando hablaba maravillas de mi madre, su cuñada, y recordaba viejos tiempos. Llegamos casi al mediodía y él con sus 80 años estaba para sus sembradíos, cuando hacía menos de un año le había dado una trombosis que asustó a todos menos a él. "Ahora trabaja más que de joven, antes se me perdía hasta tarde en la noche para enredarse con alguna guajirita o jugar dominó y yo sufría mi poquito. Pero ahora me preocupa de que le vaya a dar algo por ahí" . Así nos decía tía Eneida ese día. Él estuvo contento, caímos una pandilla grande, mataron un carnero que nos estábamos comiendo a las dos hora de llegar.
Es ley de vida, la muerte está allí a la espera de todos. Pero voy a echarte de menos cuando vuelva y no estés. Por suerte te guardo en mis recuerdos desde mi más remota infancia, por allí seguirás. Hemos ido a buscar entre las fotos las de aquella visita, sí que te veías fuerte entonces, pero bueno, son 10 años. Hay una muy bonita: es una madrugada con niebla que levantaste a mi cachorro para que se fuera a ordeñar vacas contigo. A él le ha encantado que te recordemos.  Me dice con mucha lógica que has vivido muchos años y que eras un hombre feliz y alegre, "además no murió enfermo en una cama, se murió como todo un caballero" y sonríe con complicidad. Adiós Tío Dario, hasta siempre "caballero".


Lo que está a continuación lo escribió también por él y para él,  mi hermano Jorge.
"Este es tío Dario. Nunca fue Darío sino Dario, con el acento en la "a" (no sé por qué). Ellos siempre vivieron allí, en esa casa que quedaba como a 200 metros de casa de abuelo Eduardo y abuela Zoila. Sus hijos son Darito, Norge, Eduardito y Mairín.
En esa casa de ellos yo prácticamente vivía, pues aquellas vacaciones casi completas nos las pasábamos allá. Como Darito y Norge eran contemporáneos conmigo siempre fuimos como hermanos.
Tío siempre fue un hombre de mucho trabajo. Nos levantaba tempranito que era lo que más me molestaba de aquellas vacaciones, y a todos nos daba tareas en el campo: cargar agua, arrear ganado, ordeñar vacas, cortar hierba, limpiar arroz. Estoy hablando de muchachos de 6 a 15 años. A los hijos los llevaba bien recio, pero con los demás no era mucho más suave.
Pero los ratos alegres eran los que más recuerdo, por supuesto. En aquella casa comíamos de todo, jugábamos, montábamos a caballo, íbamos al río (la famosa "cañada"), recogíamos frutas, buscábamos los huevos de las gallinas en todos aquellos montes. Y un puerco "mata'o" en casa de tío era algo muy común cada vez que íbamos. ¡Aquellos chicharrones y masitas de puerco!
Con mis primos tengo cientos de anécdotas: una vez nos picaron tantas abejas a los tres que quedamos ciegos de la inflamación. De Darito guardo una cicatriz en el párpado de mi ojo derecho, de un palo que me lanzó en una de nuestras peleas en el campo de naranjas y vergamotas, no perdí el ojo de puro milagro.
Tía Eneida siempre fue de las tías preferidas. Dulce, cariñosa y bondadosa. Tejía unas jabas de guano para vender, esa era su especialidad. Y Mami y ella se adoraban.
Este es mi homenaje para mi tio Dario. Seguirán muriéndose por ley de la vida y lamento mucho no estar con mis primos en un día así".

Los dos bandos.


Según Martí los hombres se dividen en dos grandes bandos : "los que aman y construyen y los que odian y destruyen"


Una amiga muy cristiana me contó que cada vez que se enfrentaba a situaciones no muy simples y claras buscaba la Biblia y abría al azar y ahí, en una de esas dos páginas aparecía una señal, una respuesta. A mí me está sucediendo últimamente con muchos libros o cosas que leo, se me aparecen en el momento preciso. Así ocurrió ayer, luego de colgar lo que supongo leyeron antes me fui a la cama con un bonito libro de cuentos del argentino Jorge Bucay: "Déjame que te cuente", libro que recomiendo para encontrar respuestas. Y justo me encontré con este cuento que les copio y que quiero relacionen con lo escrito ayer. Ya les cuento el cuento. 
                               
"Los retoños del ombú"
Era un pueblo muy pequeño. Tan pequeño que no figuraba en los grandes mapas nacionales. Tan pequeño que solo tenía una plaza diminuta, y en ella un único árbol. Pero la gente amaba a ese pueblo, amaba su plaza y amaba a su árbol; un enorme ombú que estaba justo en el centro(...) Durante años, los jóvenes, los padres de los jóvenes y los padres de los padres de los jóvenes, se habían cruzado diariamente bajo el ombú. Allí se habían fraguado negocios importantes, se habían tomado decisiones relativas al municipio, se habían concertado bodas y se había recordado a los muertos, durante años y años.
Un día, algo diferente y maravilloso empezó a pasar; en una raiz lateral, saliendo de la nada, brotó una ramita verde, con dos únicas hojitas apuntando al sol. Era un retoño. El primero que el ombú había dado desde que se lo conocía. Después de la conmoción, se creó una comisión que organizó una fiesta para brindar por el acontecimiento. Para sorpresa de los organizadores, no todos en el pueblo concurrieron al brindis. Había quienes decían que el retoño traería complicaciones. 
El caso es que unos días después de aparecido el primer retoño, empezó a brotar otro. Y, en un mes más de una veintena de ramitas verdes habían asomado  de las ya grises raices del ombú. La alegría de unos y la indiferencia de otros duró poco. El aviso lo dió el guardia de la plaza. Algo pasaba al viejo ombú. Sus hojas estaban más amarillentas que nunca, eran débiles y se caían con facilidad. La corteza del tronco, otrora carnosa y tierna, se había vuelto reseca y quebradiza. El ombú estaba enfermo y quizá moriría.(...) se formaron dos grupos claramente opuestos. Uno que ponía el acento en el viejo ombú y otro en los nuevos retoños. 
(...) Cada grupo, en su afán de conseguir más apoyo, había politizado la situación y obligaban a tomar posición a favor o en contra del viejo ombú. Los defensores del árbol dijeron que la solución era cortar los retoños que le quitaban fuerza y actuaban como parásitos. Los Defensores de la vida, como se hizo llamar el segundo grupo, decían que se debía talar al viejo ombú, que había cumplido su ciclo y que sólo le quitaba agua y luz a los retoños. Finalmente  se decidió llevar la decisión frente al juez de paz, que debería dar su veredicto la semana siguiente.
(...) Ese domingo estaba el pueblo dividido por una cuerda, los dos bandos se agredían verbal y hasta físicamente. El griterío era terrible y nadie conseguía hacerse escuchar. De pronto, se abrió la puerta y,  seguido de la mirada de ambos bandos, se escuchó  al juez de paz:
- ¡Imbéciles!-dijo- Os llamáis a vosotros mismos Defensores del ombú y Defensores de la vida...¿defensores? Sois incapaces de defender nada, pues vuestra única intención es hacer daño a aquellos que piensan de manera diferente. Tanto unos como otros estáis equivocados. El ombú no es una piedra. Es un ser viviente y, como tal, tiene un ciclo vital. Este ciclo incluye dar vida a los que continuarán su misión. Es decir, incluye preparar a los retoños para hacer de ellos nuevos ombúes. Los retoños no podrían morir si el ombú muere, y la vida de éste no tendría sentido  si no fuera capaz de convertirse en una vida nueva.
Preparaos , Defensores de la vida. Entrenaos y armaos. Pronto llegará la hora de prender fuego a la casa de vuestros padres con ellos dentro. Pronto envejecerán y empezarán a estorbar en el camino.
Preparáos, Defensores del ombú. Practicad con los retoños. Debéis estar preparados para pisotear y matar a vuestros hijos cuando estos quieran reemplazaros o superaros.
¡Y vosotros os llamáis Defensores!
Vosotros lo único que queréis es destruir...
No os dais cuenta que destruyendo y destruyendo, destruiréis también, inexorablemente, todo aquello que queréis defender. 
¡Reflexionad!
No os queda mucho tiempo.
Y dicho esto bajó lentamente del estrado y caminó hacia la puerta entre el silencio de todos.
...Y se fue.



Odio la violencia.  Siento repulsión y asco  por los que provocan actos de repudio y enfrentamientos entre cubanos.  Seamos martianos del primer bando, recuerden la moraleja de Meñique: "los buenos son los que ganan a la larga"

De ideales y sueños.

Para mi hermano Dalcio, que primero fue biólogo y luego enseñó mucha filosofía marxista.


"Hay que creer en algo que sea bonito aunque no sea"
Onelio Jorge Cardoso, nuestro "cuentero mayor".

A mí esa frase me encantaba, pero de un tiempo a esta parte la he cuestionado. Pensando en los cuentos que les hacía Juan Candela a sus compañeros en la barraca para amenizar las noches, aún vale, pero   yo me la planteaba como la necesidad de sueños, de metas y utopías y viéndolo así ya no me sirve. Lo digo hablando sobre todo en el plano social, y a esto me han llevado reflexiones que hago de la historia reciente. Hoy creo que hay que luchar y trabajar por lo posible y no es que quiera contraponer las utopías  con  lo puramente realista, pero hay que diferenciar los deseos con los fines alcanzables, como dice un filosofo  español* "que un ideal pueda o no alcanzarse es algo bien distinto a que sea factible aquí y ahora".
Yo he sido una enamorada de la filosofía marxista, la estudié con profundidad (como obligaban los estudios en Cuba) y sigo defendiéndola, no me ocurre lo mismo con el Leninismo y otros ismos que hicieron que  aquella primera ideología, bastante científica por cierto, perdiera esa esencia para transformarse en politiquería. No hay cubano de mi generación que no le sepa un "chorro" al marxismo (los parientes y amigos que me leen, por ejemplo) por eso quiero saber si piensan como yo.
La sociedad comunista que vislumbraron Marx y Engels  vendría del desarrollo lógico  de la humanidad. Según sus análisis,  los seres humanos cambiaban su modo de producción y por lo tanto el resto de sus relaciones sociales cuando el desarrollo de las fuerzas productivas exigían el cambio, porque ya resultaban un freno, y que cada etapa daría todo de sí antes de que se produjeran esos cambios. Así se había caminado del comunismo primitivo al despotismo, al esclavismo, al feudalismo y al capitalismo.  Recuerdo que me explicaban mis profesores que el capitalismo entraría en sus propias contradicciones cuando los grandes monopolios socializaran tanto las relaciones de producción que estas entraran en conflicto con la forma privada de propiedad y el cambio al socialismo como fase previa y luego al comunismo, serían inevitables. Luego llegó la revisión de Lenin: el capitalismo se rompería por el eslabón más débil y así quisieron saltar del feudalismo al comunismo sin estar creadas las bases materiales, causales y lógicas para ese salto. Ese fue el comienzo del fin de la utopía según mi juicio, y no la necesaria perestroika y el derrumbe del muro de Berlín. Más bien pienso que éstos trajeron los nuevos y necesarios aires a una utopía embalsamada junto a su deformador.
Socialismos y comunismos comenzaron a "materializarse" en la antigua Unión Soviética sin  sus  verdaderos fundamentos, sólo de nombre, y continuaron y se exportaron cada vez más distorcionados y acomodados a políticas y políticos.  Así llegó a nuestra tierra. Muchos millones de cubanos nos entregamos en su tiempo a ese sueño bonito y confiábamos en su construcción, en los líderes.  Ser consecuentes  con la teoría obliga a los marxista y comunistas honestos  a reconocer  que si es verdad que somos nosotros mismos los que hacemos la historia esto sólo ocurre con arreglo a premisas y condiciones muy concretas y entre todas ellas son las económicas las que deciden en última instancia...también nos decían que el hombre piensa como vive, que "el ser social" determinaba la "conciencia social", ¿cómo se le puede pedir a alguien que piense en los demás si no tiene garantizado lo mínimamente necesario? Tanto altruísmo no se le pide a las personas normales, no pueden los cubanos seguir alimentándose sólo de política. También recuerdo eso "que el hombre primero ha de tener un techo y comida y luego tendrá ideas y principios" . Sé que existen aún  los que creen en la vieja utopía y  que generalmente son "envueltos y confundidos"  por los que viven de ese cuento, pero estos últimos pueden hacer la política que sea, porque tienen la vida material garantizada.  Eso pasa  hoy en Cuba, lo más díficil para los seres humanos es abandonar proyectos y muchos se resisten, creen que cualquier cambio significaría una vuelta atrás, olvidan de nuevo la dialéctica, la subida en espiral, con giros necesarios para ascender. "Lo contrario del bien no es el mal, sino las buenas intenciones", a muchos confunden nuestros "cómodos" años 80. Yo amo  esa época y la agradezco, pero hoy no existe, se fue, era un espejismo, porque no tenía raices, no se crearon bases para esas estructuras. No es momento de negaciones absolutas, no tenemos que avergozarnos de nada, no se traiciona nada, creo que hoy el llamado  debe ser el buscar vivir con alternativas, con disconformidades parciales, nadie quiere una vuelta al pasado y tampoco hay que renunciar a la utopía de una sociedad comunista (póngasele el nombre que se quiera, pienso en un mundo de igualdades, fraternidad y justicia social). Sólo creo que se debe dar sentido a los fracasos, aprender de ellos,"la práctica es el criterio de la verdad", así enseña la dialéctica materialista.  No estaban dadas las bases, no ha sido posible la gran utopía, hay que tener en cuenta las exigencias de las acciones concretas que pacten sólo con lo posible, que no se pierdan las conquistas pero que se respete la compleja realidad, sin moralismos ingenuos ni manipulaciones políticas.
"No se trata de sustituir un presente por otro que se considere mejor, sino de impedir que el presente se cierre"*, hay que buscar alternativas para reorientar ese futuro, hay que cambiar la total por otras pequeñas utopías, más cercanas, más  asequibles, más nuestras. Del lobo un pelo, nos dice la sabiduría popular. Si hoy es imposible una sociedad  totalmente justa y transparente, hay que optar  por antagonismos democráticos y las libertades de expresión.
La idea para este post me vino de un comentario que quise hacer en el blog de un antiguo compañero de la universidad, http://labalsadelamusa.over-blog.com/article--que-veinte-anos-no-es-nada-sobre-la-caida-del-muro-de-berlin--39093764.html. El era muy bueno, integralmente bueno y  le hacía mucha ilusión pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunista. Lo que pasó fue que en esos años no hubo crecimiento,  casualidades. Teníamos una compañera que en el último mes de la carrera manifestó que no dedicaba su tesis a la Revolución y que no quería agradecer nada (su padre era entonces un preso político). El grupo en pleno decidió que no debía graduarse, lo hizo un año después. Este verano la vi y le pedí perdón por mi actuación de entonces, casualmente ella enseña filosofía marxista. La causa de que ellos dos hoy tengan a diario discursos diferentes a los de aquella época creo sea que el primero se fue un día a Francia y la otra ha tenido que criar a su hijo sola en Camajuaní. Lo casual y lo causal. Pero ahí siguen soñando mejores mundos para sus hijos y haciendo lo que se puede.
* Innerarity, Daniel (Bilbao, 1959) La sociedad invisible, premio Espasa en Ensayo, 2004.


Una canción de un grupo de pop cubano