Nací en Camaguey, en 1964. Supe enseguida que junto a otros millones de compatriotas, construía un "Estado Socialista" en cuyos principios básicos estaba la solidaridad y el internacionalismo. Relaciono con eso las consignas que decía y los muchísimos cubanos que desde aquellos años iban a los lugares más insospechados del mundo. Pero los cubanos desde siempre, han sido por regla espléndidos, generosos y sacrificados, creo que mi gente es genéticamente solidaria.
La connotación humana y personal de esa bella palabra la asocio a muchos hechos y personas.
Mi madre Melitina nunca tuvo nada de ella, repetía en el menú familiar el llamado por ella "sopón de arroz". Era mágico porque crecía con medio vaso de agua a la llegada de cada comensal. Recuerdo que a todo el que entraba por la puerta de mi casa antes de mediodía era invitado a desayunar, si venía pasado el medio día y hasta las seis de la tarde le inventaba un almuerzo y si la llegada era a cualquier hora de la noche se le invitaba a comer, nos explicaba y enseñaba que "el que da, siempre tiene" y así era porque todo el que podía llegaba a casa con una jabita agradecida. El pan racionalizado para cuatro lo podía partir en partes innumerables, decía que todo se podía compartir. La vi hacer polvo caramelos para repartirlos como "buenos hermanos"!Y mi viejo! A papi lo cogió el "período especial" ya jubilado y con casi ochenta años, pero no se lamentó, sencillamente se fue a trabajar al campo, se levantaba cada madrugada y volvía en la tarde cargado, repartiendo viandas desde la entrada de la calle "20 de mayo" a todo el que lo necesitaba, y a nuestro vecino, un alcóholico irremediable, que trabajaba poco y malgastaba su salario, pero que tenía mujer y dos hijos. A éste con reprimiendas pero también le llovía por la tapia algún que otro boniatico. En mi barrio nadie iba a morirse de hambre. Recuerdo días difíciles que a las diez de la noche empezaban a rumiarnos las tripas y sabíamos que hasta la mañana siguiente no tendríamos ni un pedazo de pan, pero salías a la acera y se te acercaba algún vecino. Este tenía una fruta, otro un limón, alguien había comprado azúcar de contrabando, aquel otro se brindaba para hacer un batido o una limonada y muchas veces a falta de limón resolvíamos con las hojas para una "tizana". Con hambre me acosté más veces a principios de salir de Cuba, abría el refrigerador y no poder compartir lo que mis ojos veían me atragantaba y ya no podía...
Tengo que contarles una anécdota que siempre al recordarla repito las emociones de ese día y tengo que reirme por lo graciosa e increíble, y casi llorar por lo emotiva. Había ido de visita por dos meses, hacíamos una fiesta de cumpleaños para mami que a la vez era mi despedida. Imaginen: la casa llena con el familión, teníamos preparada la comida, los postres, las bebidas y a esa hora nos damos cuenta que en casa sólo habían cuatro o cinco platos. Nos movilizamos por todas las tiendas y en ninguna vendían plato alguno, a última hora vemos que en un puesto de comidas rápidas en divisas recién inaugurado servían con platos desechables, entramos y hablo con la administradora, "imposible", no estaban a la venta y ella "no podía". Le explico de lo urgente y necesario y al momento se removió el "gen cubano" de que hablé, aquella gran mujer, muy bajita de estatura casi se cae de cabezas en el tanque de la basura y recogió todos los que encontró. Con la misma los fregó, por "si en casa no teníamos detergente"... no supe su nombre, tan apurada estaba que sólo acerté a abrazarla entre lágrimas y risas. Su rostro se me ha ido desdibujando en estos más de diez años... Hoy digo que solidaridad es esa mujer, que no me conocía de nada y a la que no he vuelto a ver, de cabeza en la basura por ayudarnos. Pienso que pudo cogerlos del almacén, pero era "integralmente" buena, de esos van quedando menos, Si se extingue esa "raza" los últimos sobrevivientes serán cubanos.